Nacimiento 10 de junio de 1899, Iquique / Fallecimiento 13 de enero de 1966, Santiago Carlos Alberto Pérez Santana fue uno de los nombres importantes del cine mudo chileno y es el segundo cineasta más prolífico de la historia del cine nacional, además de ser uno de los nombres más relevantes del cine silente peruano y pionero del cine sonoro ecuatoriano. Nació en Iquique y estudió en el Instituto Nacional de Santiago, ciudad en donde se interesó por la labor cinematográfica gracias al realizador francés Julio Cheveney, uno de los precursores del cine chileno. Integra diversas compañías teatrales, como las de Nicanor de la Sotta, Luis Rojas Gallardo y Mateo Martínez Quevedo, con las que recorre el país de norte a sur y en 1920, a los 21 años de edad, es director artístico del primer equipo de la compañía cinematográfica santiaguina National Film. Según su propio testimonio, entre 1921 y 1927 dirige diecisiete películas argumentales en diversas ciudades del país, destacando El odio nada engendra (1923), El monje (1924) y Como don Lucas Gómez (1925), escribiendo el guión de algunas de ellas. Siempre con un proyecto entre manos, junto al comerciante italiano Bartolomé Giraudo, en 1924 dan vida en Concepción a la Apolo Film, compañía pionera de la cinematografía local, asociándose rápidamente con la Andes Film de Valparaíso, quienes realizarían la parte técnica y el proceso de laboratorio de las producciones penquistas, encabezando el equipo técnico el destacado director de fotografía Gustavo Bussenius, fundador de la Andes Film y uno de los más relevantes camarógrafos del cine mudo chileno. Como director artístico de la compañía, Santana lleva a cabo un plan que le permitiría difundir el trabajo de la Apolo Film dentro de la sociedad penquista, convocando a diferentes eventos sociales mediante llamados a través de la prensa, a artistas, periodistas y personalidades del mundo político y social, todos posibles financistas de sus películas, aprovechando las excelentes relaciones de Giraudo con la intelectualidad local. Inician la labor de la compañía filmando escenas de la vida penquista y chorera para las Actualidades penquistas (1924) y las Actualidades de Talcahuano (1924), distribuidas en la provincia de Concepción como cintas sociales-informativas, para luego dar el paso hacia el cine argumental, levantando en el centro de Concepción el primer estudio cinematográfico local del que se tenga registro, que fue en su momento el más grande del país, con capacidad para filmar dos películas a la vez. Santana dirige la superproducción Mater dolorosa (1925), drama bélico del cual es también autor del guión sobre una obra original del francés Henri Lavedan, interpretada por reconocidos artistas del medio nacional y que contó con la participación de más de mil extras pertenecientes a los regimientos penquistas. Durante los descansos del rodaje de la película, algunos intérpretes y parte del equipo técnico filmaron la comedia Juan Penco boxeador (1925), primera parte de la serie Las aventuras de Juan Penco, cortometraje que según algunas fuentes fue dirigido por Santana y que fue protagonizado por la popular familia Bührle. Juan Penco boxeador tuvo un auspicioso estreno en Concepción, lo que motivó a la compañía a estrenar Mater dolorosa en Santiago, obteniendo una buena recepción del público, aunque Santana se alejaría de la productora luego de su estreno. Luego de su paso por Concepción, Santana se traslada a Antofagasta, en donde forma parte del intento por convertir a la ciudad en 'el Hollywood de Sudamérica', alentados por el auge de la industria salitrera. En la ciudad nortina escribe y dirige cuatro películas en dos años, destacando Bajo dos banderas (1926), Madres solteras (1927) y Cocaína (1927). En 1928 es contratado para filmar en el amazonas ecuatoriano y posteriormente se asienta en Guayaquil, en donde se dedica al cine, a la radio y al periodismo, y en donde contraerá matrimonio finalizando la década del 30. Santana se convierte en un nómade del cine, filmando incansablemente en todos los lugares que visita: Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Argentina, Paraguay, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Puerto Rico. En todos realizó películas argumentales, documentales y noticiarios cinematográficos, aunque algunas de ellas nunca se estrenaron y otras no llegaron a finalizarse. Santana siempre se mantuvo activo, filmando una gran cantidad de películas entre las que se pueden destacar Guayaquil de mis amores (1930), uno de los más grandes éxitos del cine ecuatoriano, codirigida con el argentino Francisco Diumenjo; Incendio (1931), superproducción guayaquileña con más de dos mil extras; Yo perdí mi corazón en Lima (1933), última producción peruana silente; Resaca (1934), primera película sonora del cine peruano; y Al son de las guitarras (1938), primer largometraje argumental sonoro colombiano, aunque al parecer nunca estrenado. A comienzos de la década del 40, Santana vuelve a Chile junto a su familia y filma siete películas infantiles para el Ministerio de Educación, de la que sólo se conoce Un mal muchacho (1941), y además dirige otras dos películas comerciales, En la ruta del norte y Chile está en el sur, ambas sin fecha conocida. Alrededor de 1945, Santana se instala nuevamente en Concepción con la intención de filmar una película en la Base Naval de Talcahuano, a semejanza de un filme sobre la fuerza aérea que habría rodado poco tiempo atrás en un campo militar en las cercanías de Santiago. El proyecto, titulado Alerta en el Pacífico, no prosperó debido a la falta de fondos para su producción, pese a contar con el apoyo inicial de la armada para ocupar sus instalaciones. Esto no desanimó a Santana, quien rápidamente se asoció con el pintor Adolfo Berchenko, por ese entonces director de la Academia Libre de Bellas Artes de la Universidad de Concepción, para formar la compañía cinematográfica Películas Austral, elaborando rápidamente un plan de acción que incluía la construcción de unos estudios cinematográficos a orillas de la laguna Llacolén y la filmación de cuatro películas al año, todas con temáticas e intérpretes locales. Luego de conseguir apoyo y financiamiento de distintos estamentos de la sociedad penquista, se lanzan a filmar la primera película de la novel compañía, Bajo la cruz del sur (1947), el primer largometraje argumental local en más de dos décadas y la primera película sonora producida en el sur del país, con dirección y guión de Santana sobre un argumento de Berchenko y un elenco compuesto mayormente por aficionados con algunos elementos del radioteatro y de las primeras formaciones del Teatro de la Universidad de Concepción (TUC). Pero no sería esta la única producción local de Santana durante el período, ya que el diario El Sur de Concepción además de colaborar con el largometraje, le financió un noticiario cinematográfico regional titulado Noticiario El Sur (1947), del que se conocen al menos dos ediciones, y un documental llamado Más allá del río Claro y del Bío-Bío (1947), con imágenes filmadas entre las provincias de Talca y Malleco, las que fueron estrenadas como complemento de Bajo la cruz del sur. Algunos testimonios indican que luego de su estreno, Santana explotó la película por su propia cuenta, negociando personalmente su exhibición con los propietarios de los teatros de ciudades como Cabrero, Traiguén, Temuco y Valdivia. Cabe mencionar que en 1947 nació en Concepción el segundo hijo de la pareja compuesta por Alberto Santana y Elvira Estrada, Carlos Pérez Estrada. De vuelta en Ecuador, la que consideró como su segunda patria, dirige las primeras películas sonoras de ese país, Se conocieron en Guayaquil (1949) y Amanecer en el Pichincha (1950), dedicándose luego al teatro y el radioteatro. En 1957 lanza su libro Grandezas y miserias del cine chileno, en el que repasa su propia historia junto a los primeros años del cine nacional, escribiendo además Aventura cinematográfica en el corazón amazónico, luego de lo cual filma su último largometraje a comienzos de la década del 60, Nace un campeón, sobre los clubes de fútbol Emelec y Barcelona de Guayaquil. En medio de la situación de pobreza por la que atravesaba, Santana enferma de gravedad y vuelve a Chile para fallecer semi olvidado a comienzos de 1966 de cirrosis al hígado. Pese a filmar una enorme cantidad de películas a lo largo de su extensa carrera, actualmente sólo han sobrevivido dos de ellas, Yo perdí mi corazón en Lima y Bajo la cruz del sur.

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