Nacimiento 15 de mayo de 1930, Máfil / Fallecimiento 09 de mayo de 2010, Concepción Hernán Niro Takeda Mena fue el segundo hijo de la pareja formada por un inmigrante japonés descendiente de una prestigiosa familia samurái y una joven campesina del sur de Chile. Dueño desde pequeño de una gran inteligencia e inventiva, se emplea tempranamente como operador de cine en Río Bueno, recorriendo campos y pueblos vecinos con funciones cinematográficas, abriendo también un taller de fotografía en la ciudad riobuenina, en donde era él mismo quien realizaba todo el proceso fotográfico. De manera autodidacta y a través de clases por correspondencia de la National Schools californiana, se forma como técnico en radio y televisión, reparando todo tipo de aparatos electrónicos, mecánicos y eléctricos. Paralelamente y motivado por un sacerdote alemán, filma sus primeros documentales, entre los que se encuentran Boda en el campo, La fiesta de la Candelaria, ambas filmadas en Lago Ranco, y La erupción del volcán Carrán (1955), en el que tuvo la osadía de subir al macizo a filmar en pleno proceso eruptivo, todos documentales en 16mm y que fueron enviados a Alemania. En 1955, Takeda se instala en Concepción y abre su primer taller de reparación de radios, grabadoras y aparatos de cine en calle Freire, que tras el terremoto de 1960 traslada a calle Colo Colo, a pocos metros del diario El Sur. Durante esta época trabajó como operador del Cine Cervantes y mientras vivía en calle Pelantaro, ofrecía todos los domingos exhibiciones de cine para todo el barrio, proyectando sobre varias sábanas colgadas de las ventanas de los edificios adyacentes. La década del 60 es de una incesante actividad para Takeda. Varias veces filmó para la Universidad de Concepción, especialmente operaciones para la Escuela de Medicina, y es contratado como corresponsal penquista de Canal 13, enviando a Santiago filmaciones locales dos a tres veces por semana, entre las que se pueden contar la inauguración del estadio Las Higueras en 1961, el Congreso Nacional de Radiotécnicos de Chile en 1964, la construcción del puente Juan Pablo II y las visitas a la zona de Eduardo Frei Montalva y Radomiro Tomic. Luego del terremoto de 1960, el municipio penquista le encarga un documental sobre la extracción y procesamiento de los residuos domiciliarios, mientras trabaja durante dos años en su primer largometraje de ficción, Lo que debemos saber (1962), junto a Gabriel Alfaro, Ernesto Ibáñez y Edmundo Ketterer, que aborda la prostitución y el abandono, temáticas completamente controversiales en la época y que impidieron la explotación comercial de la cinta, del que el propio Takeda dirá más adelante que no alcanzó a ser finalizada. El verano del año siguiente, es uno de los penquistas que envía material al I Festival de Cine Aficionado de Viña del Mar, con su cortometraje titulado Parto normal (1963), el que sin embargo, fue excluido de la proyección debido a la alta concurrencia infantil en la sala. Durante esta época comienza a gestar un nuevo largometraje, para lo cual se asocia con Héctor Varas y Gabriel Alfaro, guionista de Lo que debemos saber. Junto a Jorge Cares y Sergio Bürger, entre otros, dieron vida en 1965 a la Sociedad Cinematográfica Costa Sur, con la finalidad de producir Ocaso (1967), primera película de la compañía. Filman durante dos años en locaciones como Concepción, valle Nonguén, Caleta Pueblo Hundido de Lota, la laguna Grande, Carampangue y Collipulli, junto a un elenco completamente aficionado compuesto por el propio Alfaro, Oriana Espinoza, Mario Simonetti y la participación especial del conocido payador penquista Críspulo Gándara, rodando durante sus tiempos libres en medio de múltiples dificultades económicas, que incluso obligaron a utilizar película vencida para su filmación. Finalizado el rodaje, la película se compagina en el Instituto Fílmico de la Universidad Católica y se amplía a 35mm para su distribución comercial en los Laboratorios Alex de Buenos Aires, estrenándose con aplausos en Concepción y Santiago, aunque la sociedad se disuelve poco tiempo después. Takeda continúa filmando, realizando el año siguiente un recordado documental sobre una de las exposiciones realizadas por el Club de Leones de Concepción y embarcándose en su siguiente largometraje, Con la noche, el otoño (1969) filmada a color. Pese a contar con escenas filmadas, música interpretada por la banda de rock penquista Los Escorpiones e incluso con algunos títulos, la película nunca es finalizada. Luego de esta aventura cinematográfica, se dedica a su recordado taller ubicado frente a la Plaza Cruz penquista, llegando a ser reconocido por el Colegio de Radiotécnicos de Chile. A inicios de los años 90, declara a la prensa que aún tiene la intención de filmar una película sobre educación sexual y otra sobre el aborto, y hacia fines de la década tiene un último acercamiento al cine como supervisor técnico del cortometraje de animación El delirio (1998).

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